El ejercicio compulsivo puede tener una amplia gama de factores desencadenantes, pero casi siempre el resultado se traduce en lesiones y una disminución general de la salud
Muchas personas sin darse cuenta entran en una dinámica obsesiva por el ejercicio. Cuando esto se produce, aparecen las primeras señales y síntomas de peligro que nuestro cuerpo emite para ponernos sobre aviso.
Este es un problema importante que hombres y mujeres deben tomar en serio y buscar ayuda profesional. Generalmente este problema, se activa por una cuestión relativa a algún tipo de trauma o disturbio emocional.
Señales y síntomas
Existen determinadas señales que pueden indicar el ejercicio compulsivo. Debemos estar atentos a lo que nuestro cuerpo nos transmite en todo momento, para no entrar en una dinámica poco saludable.
Algunas señales de ejercicio compulsivo son estas:
- Ejercicio excesivo sin comer lo suficiente como para tener “combustible” y poder realizarlo en condiciones óptimas.
- Ejercicio cuando estamos enfermos, lesionados y un profesional médico nos lo desaconseja.
- Realizar ejercicio para intentar arreglar algo que no puede ser reparado con el ejercicio, como una infidelidad, problemas en el trabajo u otro trauma emocional no relacionado con el estrés y similares.
- Hacer ejercicio en lugar de asistir a compromisos sociales, familiares o trabajo.
- Tener sentimientos de culpa y vergüenza si no vamos a entrenar.
- Obsesionarse con el cuerpo hasta el punto de pesarse cada día, medirse el contorno o no parar de mirarse en el espejo intentado ver los cambios producidos.
- No desconectar del entrenamiento ni en tus ratos libres.
Buscar ayuda
Si alguien que ha caído en este estado del ejercicio compulsivo no busca ayuda, lo primero que se podría producir en su cuerpo son determinadas lesiones por sobre-esfuerzo, como fracturas, tendinitis, lesiones musculares y problemas en las articulaciones.
Pero estos son solo los problemas a nivel físico, también el ejercicio compulsivo puede conducir a otras “lesiones” de salud mental, como la incapacidad para mantener una relación familiar y social y el aumento de probabilidades de depresión, ansiedad y trastornos de la alimentación.
Existen otras complicaciones que pueden ocurrir a largo plazo, especialmente si no se está comiendo lo suficiente para cubrir los gastos energéticos de todo ese ejercicio, son problemas como la osteoporosis a una edad temprana en la mujer, complicaciones cardiacas y heridas que no cicatrizan.
Muchas veces la importancia de realizar ejercicio nos tensiona más que nos relaja y a veces es difícil para la gente darse cuenta del punto donde sus entrenamientos se convierten en obsesivos ó compulsivos.
De hecho, muchas personas suelen entrar en una espiral fuera de control sin darse cuenta, y lo que comienza como un programa de ejercicios muy razonable para reducir barriga y perder peso, se convierte en una obsesión por estar cada día más delgado y no poder bajar peso al mismo ritmo que como se comenzó.
Entonces la persona puede convencerse de que la única solución es realizar más ejercicio, aumentando la cantidad y el tiempo. Desafortunadamente, a menudo ven una disminución en los resultados porque el cuerpo se encuentra más fatigado y tiene menos tiempo para descansar. Tan sólo consiguen hacer más ejercicio, y esto se convierte en un círculo muy peligroso.
Adictos al ejercicio
Algunas personas no saben lo que les está pasando, no pueden dejar de hacer ni un solo día algún tipo de ejercicio. No entienden por qué en los días que no realizan ejercicio se sienten deprimidos. El problema se encuentra en las famosas “hormonas de la felicidad”, las endorfinas. Son creadas por nuestro cuerpo de forma natural para producir felicidad y bienestar.
A priori suena muy bien, ya que nos hace sentir más alegres y contentos pero el problema surge cuando nos hacemos adictos a esta sustancia y a la respuesta fisiológica que se produce durante el ejercicio. Se ha demostrado científicamente que los efectos en el cerebro de las endorfinas son casi idénticos a los de la morfina, por eso es muy fácil caer en una posible adicción al ejercicio compulsivo.
Las primeras señales que podrían ser un signo de ejercicio compulsivo vienen con pequeños dolores de cabeza, una sensación de fatiga continua, cambios en el temperamento y las emociones en los días que no se realiza entrenamiento y problemas para dormir.
Es muy importante dar el tiempo suficiente a nuestro cuerpo para que se recupere y se repare a sí mismo. Así como también no menos importante descansar la mente y desconectar.
Resumiendo
El ejercicio compulsivo es un problema muy real que puede tener repercusiones tanto físicas como psicológicas si no se trata a tiempo. Se debe tratar como la importancia que tiene un problema de salud. Los últimos estudios al respecto han demostrado que existe una dependencia más elevada a dicha adicción en las mujeres que en los hombres.
Aunque muchas personas comienzan con una motivación por bajar de peso, en el fondo de su mente existe una obsesión con su físico y una no aceptación de su cuerpo. Por mucho que mejore su físico, su mente sigue enviando señales negativas y siempre encontrarán el defecto de unos brazos demasiado delgados, un pecho poco prominente, una barriga poco tonificada o unos glúteos poco firmes.
Importante: Si estás sufriendo este problema o conoces a alguien adicto al hábito del ejercicio compulsivo, por favor consulta a un médico inmediatamente
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